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LA HISTORIA DE AJEDREZ CONTADA POR ajedrezmail
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ALVARO CAMACHO ANDRADE |
Publicado: 2012-04-03 19:19:23 Érase una vez un niño que vivía en pueblecito escondido entre montañas,
su abuelo, persona inteligente y preparada, no por estudiar, sino por entender las situaciones en cada momento le regalo a su nieto un juego de ajedrez por Navidad, consciente de que escondía detrás de esa ruda apariencia una capacidad asombrosa de analizar partidas, por lo visto en el colegio organizaban de vez en cuando algunos torneos y su abuelo lo vigilaba y quedaba asombrado de su capacidad en el juego con 9 años.
Viendo su capacidad, decidió apuntarle en el torneo anual de la comarca para darlo a conocer a esas personas que se dedican a buscar cazatalentos que merodean en las competiciones en busca de diamantes en bruto de este apasionante deporte.
--Oye abuelo, ¡cuanta gente hay!.
--Si, en estos sitios se junta mucha gente.
El chico maravillado miraba en todas direcciones sorprendido por la magnitud del evento, teniendo en cuenta que no había salido de su pueblo en su corta vida, aquello era nuevo para el.
--Venga vamos a ver al árbitro para que nos diga cual es nuestro sitio, dijo el abuelo.
--Si vamos, contestó el nieto.
Una vez todo preparado y listos los participantes, comprobado que no faltaba nadie se da comienzo al torneo.
1.Cf3
Su primer contrincante era una niña mucho mayor que él. Al menos tenía catorce o quince años. Tenía una expresión distante, como si ya hiciese rato que se hubiera envuelto en los entresijos del ajedrez. Después de dejar el caballo continuó observando el tablero.
Pepe no podía jugar 1...e5 como le gustaba. Así sacaba las piezas rápido y se enrocaba. Todo listo para atacar. Pero esa jugada lo Sí no puedo jugar e 5 jugaré e 6 , pensó Pepito !!
El abuelo observaba con curiosidad e interés las evoluciones de su nieto Pepote , que era como
le llamaba desde su más tierna infancia .
Por cierto , el Abuelo jugaba por Internet en un lugar llamado AjedrezMail.org !!!desconcertó.
La niña, que se llamaba Paula Maria, se quedó muy sorprendida por la jugada de su contrincante, poco usual. Pero como su padre le había enseñado a enfrentarse a los retos, sus ojos cambiaron de expresión, se tornaron chispeante, brillantes, su cara comenzó a cambiar de aspecto y a interesarse aún más si cabe por la partida y miró a Pepote con curiosidad.
Decidió seguir con el cauce normal, a la espera del movimiento del negro.
Jugó: c4
1. Cf3 e6 2. c4
Pepote ya lo tenía pensado, ahora toca sacar el caballo, 2. ... Cf6
Mientras el niño hacía su jugada, Paula María se preguntaba qué tipo de relación tan curiosa se crea en los torneos de ajedrez. No era su primera vez, éste era el tercer abierto que jugaba. Ya había quedado sorprendida las otras veces de que apenas se cruzaban dos o tres palabras en toda la partida. Simplemente se decían las cosas a travé
Muy cerca de ellos, confundido con los asistentes, un enigmático personaje se negaba a despegar los ojos del tablero en el que se desarrollaba nuestra historia. Vestía elegantemente, su bien cuidada barba, larga y blanca por el paso de los años, y su porte de finos ademanes, nos indicaba que era un caballero importante. s del tablero, ésa era la verdadera comunicación.
Luego de la jugada 2....Cf6, aparecieron en la memoria de Pepote unas imágenes recientes..... Su papá lo había llevado a ver en el teatro Gral San Martín al gran Bobby Fischer, que jugaba unas simultáneas, el día previo a comenzar su semifinal mundial contra Tigran Petrosian. La personalidad de Bobby, lo había asombrado de tal manera, que a partir de ese instante los trebejos pasarían a formar parte de su vida. Luego de tales recuerdos, continuó pensando Pepote, en la posición de la partida recién iniciada.
"La hermosa niña de ojos verdes se decidió por la jugada que le pareció más natural: 3.Cc3".
Pepote estaba un poco aturdido, no estaba acostumbrado a jugar con una mujer y eso le perturbaba bastante, siempre se había sentido incómodo ante la presencia del sexo femenino, a su edad le pasaba a casi todos sus amigos, pero recordó uno de los consejos de su abuelo Pepón, "Cuando estas jugando contra un oponente, no importa el color, raza, religión o sexo, el caparazón no es determinante, en el ajedrez eso no importa", entonces Pepote se concentró en el tablero y jugó; 3.... Cc6.
Concentración, apertura desconocida para él, alguien a sus espaldas acariciándose su barba blanca, no le quitaba ojo de encima.
Se levantó de la mesa y se dirigió hacia su abuelo Pepón;
--No me gusta como empieza la partida, esa chica de ojos verdes me tiene desconcertado, no se relaja ni un momento y no deja de mirar fijamente el tablero.
--Ya me he dado cuenta, sin embargo tú tienes la capacidad suficiente para
ponerla en serios aprietos, busca la jugada buena y que la ponga nerviosa, puede que así pierda un poco de fijación en el tablero y se pregunte que te propones.
La niña iba mirando cada vez con más curiosidad y detenimiento a su contrincante.
Nunca había jugado contra un niño de su edad, exceptuando su hermano, pero estaba empezando a tener prevención con él, pues a pesar de su cara traviesa y ojos de pillo, presumia iba a ser un contricante muy fuerte.
Dedcidió seguir con los cauces normales y jugó: d4
Y Pepote pensó tan sólo un instante
Pero en ese instante se dio una circunstancia que le pasó completamente desapercibida.
Los ojos verdes de Paula María dejaron el tablero para mirar por segunda vez en la partida a su rival, y allí notó, que el árbitro general del torneo, saludó con un leve movimiento de su cabeza, al señor de la larga barba blanca, quien le respondió de la misma manera.
Cuando volvió con su mirada al tablero, notó que su contrincante, ese niño tan menor a ella según su concepto, ya le había jugado.
4....Ab5.
Perdón 4.....Ab4
Y cuando los ojos verdes como el mejor de los zafiros miraron a Pepote, éste quedó incómodo a pesar de su muy corta edad, y anotó en su planilla 4....Ab5.
Cosas propias de un chico, de un chaval, de un niño, al cual le falta aún para entrar a la adolescencia.
Cosas propias de quien no había salido de su pueblo natal nunca, tan sólo había observado unas paritdas entre el gran Bobby y el gran Tigrán, en el teatro de su pueblo que se llamaba General San Martín y donde, las jugadas de las simultáneas llegaban con mucho retraso.
Pero el niño las esperaba con ansiedad y con todo deleite al ver que coincidían con las suyas, pero se apesadumbraba, cuando tales jugadas de los tan grandes Maestros no coincidían.
Pero acumulaba conocimientos, y de que manera.
Y al ver su error de notación, recordó que el abuelo le había comentado sobre la importancia del árbitro, y al llamarlo para hacerle notar su error de notación en la planilla, dicho árbitro que no era el árbitro general, aceptó que cambiara lo que había notado en la planilla, dado que condecía con lo expresado en el tablero.
Y Pepote, lleno de satisfacción pero por sobre todo de gratitud, sólo atinó a mencionar.
Muchas gracias Sr. Arbitro.
Los ojos verdes ya no eran tan verdes, tenían un raro matiz, que no los hacía tan hermosos.
A su vez el caballero enigmático se rascó la barbilla inquieto, algunas de las personas que obsevaban a su lado comenzaron a interesarse por esta partida que poco a poco iba tomando un matíz de incertidumbre. En el salón se iniciaba una gesta que muchos en el tiempo no olvidarían.
Mientras tanto, Pepote y Paula María siguen devanándose la cabeza para el siguiente movimiento.
Se está poniendo nervioso pensó Paula María, se nota que es la primera vez que juega en un torneo de cierta envergadura, veremos a ver como reacciona ante una jugada más directa, le voy a clavar el caballo.
Pero el saludo del árbitro con el Sr. Barba Blanca la dejó un poco pensativa, los curiosos miraban a ambos con interés y expectación, el ambiente se iba cargando en torno a ellos y más de un representante de equipos de ajedrez comenzaba a pasear y vigilar a un futuro fichaje, ¿él?, ¿ella?.
Paula María jugó, Ag5.
Pepott pudo sentir como sus mejillas se ruborizaban y como se aceleraba su corazón hasta llego, por un breve instante, a sentir vergüenza por su error en la anotación. Por supuesto que Paula Maria quien no perdió ningún detalle de lo sucedido se quedo mirando a Pepote a los ojos, tal vez para hacerlo sentir mas incomodo o tal vez para transmitirle tranquilidad porque ella tambien cometió errores en sus anotación en el primer torneo que disputo.
Pero como pude ser tan descuidado tendre que prestar mas atención, mejor repaso las anotación para ver si comité otro error, penso Pepote.
1.Cf3 e6
2.c4 Cf6
3.Cc3 Cc6
4.d4 Ab4
5.Ag5
Bueno todo esta bien, basta de reproches y a concentrame nuevamente en la partida, tal vez Paula Maria piense que no se jugar y esa sea una buena oportunidad para que se relaje.
Sus mejillas tomaron su color natural y su corazón empezó a latir mas lento.
Tomo su peon dama y lo corrió dos lugares . Pulso el reloj en forma suave pero segura y anoto en la planilla.
d5
Paula Maria, que había jugado en muchas ocasiones con su hemano menor, sabía de sobras que no podía fiarse de un chico menor, y que tenía que estar bien atenta, no distraerse con la gente que se ponía a su alrededor, y sobretodo, estar segura de ella misma.
Al mismo tiempo veia en ese muchacho a su hermano, y en el juego se veia ella misma reflejada unos años atras cuando empezó a jugar.
Todo esto le hizo reflexionar, y ver a Pepote, ya no como un rival al que hay que ganar, sino a un compañero de juego, del cual podía disfrutar.
Sus ojos volvieron a brillar, he hizo su jugada, 6.a3, buscando el cambio, o la retirada.
Era una apertura que había jugado en mas de una ocasión.
Le dio al reloj, y anotó su movimiento, levanto la mirada, y vio que Pepote la miraba, le hizo un guiño amistoso, y se levanto.
Tranquila y confiada, fué en busca de alguien conocido, y Paula Maria (P.M.), se topo con el árbitro principal (A.P.):
P:M.- Hola papa, en este torneo hay mucha gente hoy, ¿verdad?.
A.P.- Si, lo cierto es que hay mucha expectación por el torneo. Y me han dicho que por tu partida también. Hija disfruta, y pasatelo bien.
Pepote, aún se quedo mas perplejo al saber que el árbitro principal era el padre de su contrincante, que del guiño que le regalo unos instantes antes.
Fecha señalada la del torneo, coincidiendo con las navidades de ese año Pepote quería regalarle a su abuelo una victoria para unas fechas tan señaladas.
(Tengo que conseguir ganar –pensaba Pepote- se lo debo a mi abuelo, tiene plena confianza en mí y debo corresponder hacia el).
Debo conseguir una posición firme, retiraré el alfil y buscaré una combinación para atacar sus puntos débiles.
Jugó, Ad6.
Paula maría (P.M.), quedó ciertamente sorprendida por la jugada de su contrincante, Pepote, pues le había considerado como un poco más agresivo y esperaba el cambio de piezas. Pensaba que era una jugada demasiado conservadora, pero no obstante, se dijo "no me voy a fiar de él, que tiene los ojos muy pillos, y si se presenta a un torneo de este tipo es porque tiene que estar muy confiado en sus fuerzas"
Contestó con la que ella consideraba la jugada más adecuada: 7º cxd5
Ciertamente el ambiente del torneo era estupendo, más de 40 partidas se disputaban en aquel momento donde aficionados, profesionales y algún gran maestro del país dedicaban minutos de su vida a participar en el evento.
Parece ser que todo aquello empezó siendo un encuentro entre varios amigos, se fue uniendo más gente hasta llegar a ser uno de los torneos comarcales con más importancia de la zona.
Hay que ver como se estudian el uno al otro comentó el abuelo al árbitro principal, es que no se quitan ojo ni en el tablero, ninguno quiere mostrar nerviosismo ante el otro.
Tic-tac, tic-tac, tic-tac, mientras la manecilla del reloj proseguía su marcha imparable Pepote pensaba en la combinación adecuada:
-Haremos que se confíe un poco, cambiaremos los peones, liberaré mi alfil blanco y vigilaré la columna de rey que se queda abierta.
Moveré exd5.
A ver quien gobierna el centro.
Tan concentrados estaban en la partida que un sobresalto general inundó la sala, dos contrincantes empezaron a acusarse de hacer trampas en la partida:
-- Que has tocado la pieza y debes moverla.
-- De eso nada, he dicho compongo pero no me has oído.
El abuelo de Paula María se marchó hacia la partida en cuestión para solucionar el problema.
--Calma señores, esto se arregla, yo me encargo de ello.
Paulatinamente el ambiente fue relajándose y cada cual volvió a concentrarse en su partida, Paula María se decidió por: e4.
Y apenas Paula María jugo 8. e4, al instante y con una rapidez inusitada Pepote contestó con dxe4 y su movimiento fue casi simultáneo con la pulsación de cambio del reloj.
Movimiento y pulsación distintos en algo, dado que el movimiento fue enérgico y la pulsación con suavidad.
Y allí puesta la jugada en un modesto mural, dos personas concurrentes al torneo, se miraron entre sí......
Ambas estaban cercanas a los padres de ambos ocasionales contrincantes, y seguramente conocían a ambos.
El silencio inundó la sala hasta el punto de que los tic,tac del reloj parecian martillazos, se podían escuchar los latidos del corazon de Pepote, acelerados, como queriendo romper su pecho, mientras a su alrededor todo parecía congelado.
El abuelo de Pepote estaba entusiasmado y ensimismado.
Había entrado en concentración como si él mismo fuese el que moviese las piezas.
Qué maravilla, se sentía plenamente orgulloso de su nieto. Él mismo pensaba que tenía los nueve años.
De repente, algo interrumpió este gran momento, el señor barba blanca se acercaba.
¡Qué raro! pensó, ¿esos andares? Es como un deja vu. No se.
Parece que viene hacia mi. ¿Qué querrá?
Se me acercó al oido para decirme algo...
B.B.: "- No pensé que pudiéramos tener una revancha tan especial."
--Hola, ¿no se acuerda de mí?, nos enfrentamos en un torneo hace ya por lo menos 25 años, por aquel entonces éramos ajedrecistas de cierto nivel y renombre, dijo el abuelo de Paula María.
--Lo siento, pero no consigo recordarlo.
--Pues yo le he reconocido no hace mucho, creo que por aquel entonces se le conocía por "J.J. EL TAXISTA".
--Ahora que caigo, creo saber quien es, claro, con esa barba no hubiera podido deducir su aspecto, usted es "PABLO" conocido por "JABATO 47".
--Eso es, buena partida tuvimos en aquel torneo, lástima que se acabara.
--Fué estupenda, pero aún así las tablas que conseguimos fue un justo premio para ambos, ¿no te parece?.
--Cierto, ahora nos toca ver como nuestros nietos se toman nuestra revancha, en cierto modo.
Ajenos a esta conversación Paula María y Pepote seguían estudiando el tablero.
Paula María jugó Axf6.
Ah , qué tiempos , pensó , J . J , el Abuelo de Pepote ... !!!
Y Pepote, otra vez jugó con toda rapidez, dado que retomar de peón no le convenía lo hizo con dama, jugando en consecuencia 9....Dxf6.
A todo ésto los ojos de su abuelo J:J, contrastaban con los de Jabato 47, a quien la posición de su nieta no lo convencía mucho.
Pero ambos teníán el mismo sentimiento de cariño por sus respectivos nietos, y ya estaban viendo como tanto Pepote como Paula María y al pesar de su corta edad eran muy buenos jugadores.
En ellos se veía una actitud relajada, recordando viejos tiempos, y dicha actitud se la transferían a quienes en el tablero se divertían moviendo las piezas y analizando las posibles continuaciones de su rival.
Paula María, se disputaba en su mente entre dos posibles movidas, "mover la dama -pensaba- y clavar su peón, o tomarlo con el caballo sin vacilar?", dudaba, ya que su posición no terminaba de convencerla.
Parecía insegura, fue entonces cuando recordó lo que su abuelo Pablo le había dicho una vez: "Recuerda, Paula, cuándo estés frente al tablero, trata de no mostrar debilidad ni inseguridad, porque tu oponente puede notarlo y así, verá que estás en problemas."
Entonces, la pequeña pensó en que no debía vacilar más, en cuanto tomó la pieza que iba a mover, y a pesar de haber recordado el consejo de su experimentado abuelo, caviló durante unos instantes, sabía que no debía hacerlo, pero no podía evitarlo.
Entoces realizó su movida simulando seguridad y determinación, presionó el pulsador del reloj y anotó en su planilla: 10. Cxe4.
La pequeña se había liberado de la presión, al menos, hasta que Pepote realizara su movida...
Hay que reconocer que a Pepote aquello le venía grande, la primera vez en un torneo, no tenía experiencia en jugar con reloj y aunque su abuelo había intentado acostumbrarlo a jugar con un límite de tiempo con los relojes de casa no se hacía a ello.
Les había tocado un reloj un poco escandaloso, la rueda de tiempo hacía un sonido que acababa por entrar en la cabeza y no le dejaba concentrarse todo lo que quería.
La partida llevaba un ritmo más bien lento:
--Me toca, me ha parecido verla dudar al mover, pensó.
En efecto, Paula María ya no miraba tan fijamente a Pepote, tenía la mirada por momentos perdida (como ausente).
--Debo presionarla y hacerla dudar de sus posibilidades, hay que intentarlo y ésta puede ser una buena oportunidad, pondré la dama a salvo y después la presión.
10..., Df4
Instantes despues del movimiento, el fuerte ruido de un rayo rompió el silencio, la sala quedó en la penumbra, uno de los jueces dijo - Por favor permanezcan en sus sillas- pero tambien se escuchó que alguien tropezó y se oyeron un reloj y algunas piezas cuando caían.
Pepote preguntó:-Abuelo estás ahí.
-Si- respondió el abuelo -aquí a tu derecha, hijo-
-Tengo miedo- replicó Pepote
-No temas, quedate donde estás, pasará pronto.
Una fuerte tormenta acompañada de truenos y relámpagos se desencadenó, la luz no llegaba y el viento que se filtraba bajaba la temperatura poco a poco.
el agua golpeaba con fiereza el techo y las ventanas del recinto, el viento rugía como si quisiera arrasarlo todo. Una gota golpeó la cabeza del abuelo, precisamente en el lugar en que se encontraba una gotera inició su constante golpeteo, casi todos se resguardaron lejos de las entradas y de las ventanas por donde se filtraba el agua, las mesas quedaron solas pero intactas, unicamente la del percance requería componer la partida. Lo que antes era tranquilidad se había convertido en incertidumbre. El daño eléctrico parecía grave.
La tormenta persistía, y el cielo se había vuelto tan oscuro que parecía de noche. Tan solo algún relámpago de vez en cuando mostraba los reflejos de los sorprendidos presentes. María, desconcertada, se movió perdida entre la multitud y casualmente se encontró frente a Pepote.
María: Hola.
Pepote: Ah, eres tú. ¿Crees que la tormenta cesará?
M: Si no lo hace no podremos terminar la partida.
P: Cierto, que lástima, con lo interesante que está.
(De pronto un relámpago ,,, luego un ensoredecedor trueno.)
P: Tengo miedo.
María tomó la mano de Pepote y la asió con fuerza. Pepote se abrazó a ella. Los que hace escasos minutos eran encarnizados rivales ahora parecían dos enamorados.
M: No tengas miedo. Demostraste ser una persona muy valiente para tu edad, a juzgar por tu forma de jugar.
Así pasaron varios minutos, hasta que la tormenta amainó.
Bien, una vez recuperada la normalidad y estando abrazados se miraron fijamente e igualmente que se abrazaron se soltaron como si quemaran el uno con el otro, ruborizados y con cara de vergüenza se sentaron en sus respectivas sillas, así estuvieron algunos segundos hasta que reanudaron la partida.
-- Bueno, seguimos, ya ha pasado la tormenta y nos queda mucha partida todavía, dijo Paula María.
--Venga, vamos, que esto se está poniendo interesante, contestó Pepote.
Fuera, las nubes se desplazaban como si tuvieran prisa por marcharse una vez cumplida su misión, un sol radiante empezaba a asomar entre ellas e iluminaba una sala antes oscurecida por ellas.
Varios de los participantes salieron a la calle a disfrutar de la sensación de tierra mojada, un olor característico de esas situaciones atmosféricas y de paso respirar un poco de aire y despejarse de la presión de la partida.
Y cuando todo vuelve a la normalidad, queda un tablero vacío, precisamente aquel en el cual se habían caído las piezas al piso.
Aquellos que habían jugado en dicho tablero, por precaución abandonaron la sala y.....
....y con un guiño cómplice ocupan la mesa dos viejos contrincantes que con el tiempo y a pesar de lo mucho que no se veían seguían siendo amigos.
Jabato 47 y J.J, que con un peón en cada mano y de distinto color le dió a elegir a su contrincante.
Y tenemos otra partida fuera del Torneo que reúne entre varios a Paula y Pepote.
Pero sin prestar atención a lo anterior, Pepote juega 11....Dd3, dado que el tomar el alfil no le convencía demasiado.
No tuvo tiempo de analizar mucho dado que a pesar de que el reloj se lo permitía, el miedo por la tormenta no había cejado.
Jabato 47, entre tanto, elige de las manos cerradas de su adversario, y ve complacido que le han tocado en suerte las blancas. Rápidamente y sin reloj alguno ya que el de la mesa había quedado destruído, juega.....1. c4
Era el turno de Pepote, quién se tardaba demasiado en realizar su movimiento.
Estará aún un poco asustado por la tormenta -pensaba Paula María-, pero no era eso lo que lo tenía pensativo al niño, era la extraña situación que había ocurrido con Paula María hace unos instantes, lo que no lo dejaba concentrarse.
Luego de unos minutos, habiéndose dado cuenta que hacía un buen rato le tocaba jugar, sin pensarlo demasiado decidió poner a salvo su rey.
Jugó Pepote 11.....0-0
En el otro tablero, reinaba la experiencia, la tranquilidad y el conocimiento, por lo que no debían pensar demasiado en la apertura, J.J. realizó rápidamente su movida 1....e5.
Paula María, incomodada por la presión del alfil en combinación con la orgullosa dama sobre la casilla h2, decidió cargarse al primero. Así que, sin temblarle el pulso, jugó 12.Cxd6 pensando “si yo no tengo parejita de alfiles tú tampoco”.
En la otra partida, recién iniciada, Jabato47 espoleó a su bello corcel y jugó 2.Cc3.
Pepote, que por querer mirar de reojo la partida de su abuelo no notó que Paula ya había movido. Por lo que luego de un instante, ella susurrando y con algo de timidez le comentó -Hey, es tu turno-, a lo que Pepote respondió con un -Perdón, y gracias-.
Volviendo a su partida, el niño jugó la lógica 12....Dxd6.
Pero en cuanto quiso anotarla en la planilla, notó que su bolígrafo no escribía, lo sacudió como queriendo bajarle la tinta, y seguía sin escribir. Por lo que, como hacía ante cualquier dificultad, llamó a su abuelo:
Pepote: Abuelo, abuelo -dijo el niño en voz baja.- su abuelo se acercó rápidamente.
J.J.: Qué pasa Pepote?
Pepote: Tengo un problema, -le comentó- mi bolígrafo ya no escribe. ¿Qué hago?
J.J.: No te preocupes, aquí tengo uno, toma. -le dijo sonriendo-.
Pepote: Gracias, Abu.
Luego de haber solucionado el problema de su nieto (como siempre hacen los abuelos) regresó a su partida. Cuando se estaba sentando escuchó que su viejo amigo Jabato, que decía a un mozo que pasaba por ahí: -Dos cafés, por favor.- Al mismo instante que le preguntaba a J.J.: ¿El suyo, con o sin leche?, -Con, por favor- replicó J.J., por lo que Jabato levantando una mano y casi gritando, ya que el mozo se estaba alejando dijo: -Uno con leche y uno sin.-, el mozo asintió con la cabeza.
Ya en la partida, J.J., sin querer quedarse fuera del rodeo, sacó a la pista a su caballo: 2....Cf6.
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